LOS BOSQUES DE RIBERA Y LAS LADERAS DE UMBRÍA DE LAS SIERRAS SON LOS LUGARES MÁS VISTOSOS DEL OTOÑO EN CABAÑEROS.

 

Aunque el verano y el invierno sean los periodos vacacionales por excelencia, la tercera estación del año también tiene mucho que ofrecer. Las alternativas van desde valles espectaculares hasta bosques de impresión. También hay grandes hitos que admirar, como las berreas o los juegos de luces equinocciales.

 

 

Cuando empieza a refrescar y llega el otoño, la naturaleza nos sorprende tiñendo el paisaje de colores. Del verde frondoso de la primavera y del verano se pasa a una paleta que va del verde al rojo pasando por mil matices de amarillo, ocre y marrones. Con el inicio de la nueva estación se transforman los paisajes en un mosaico de colores entre los que podemos encontrar tonalidades ocres, amarillentas, anaranjadas e incluso rojizas, en contraste con la matriz verde. Las encinas, los árboles más abundante en Cabañeros, y los alcornoques, ambos de hoja perenne, constituyen la base cromática verde en las sierras, junto a madroños, jaras y brezos.

 

 

 

En lugares más húmedos, como fondos de valle o laderas de umbría, los quejigos y melojos, estos también presentes en zonas más elevadas, son los árboles que rompen la monotonía del monte mediterráneo en otoño, con tonos amarillos y ocres de sus hojas marcescentes, que permanecen en el árbol hasta que brotan las nuevas. Especies caducifolias como el arce de Montpellier, el mostajo o la cornicabra, aunque menos abundantes, destacan entre encinas y alcornoques. Los madroños, de hojas perennes, constituyen un mosaico en sí mismos en otoño, por sus racimos de flores blancas y frutos que tornan de amarillos a rojos según su estado de maduración.

 

Ambiente de Cuento

 

El ambiente es de cuento: los colores, el musgo, el silencio sólo roto por el agua que circula o el crepitar de las hojas al ser pisadas…En las riberas de los ríos y arroyos predominan las especies caducifolias, por lo que la explosión de colores es aún más notoria, principalmente fresnos, sauces y alisos junto con arbustos como el arraclán o la zarza. En algunos rincones más escondidos aparecen abedules, serbales, arces y helechos, que igualmente tiñen de tonalidades amarillentas y ocres los valles, a diferencia del tejo o el acebo, especies de hoja perenne más propias de zonas norteñas, que aportan tonos verdes en algunos enclaves.

 
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